Dime qué café bebes…. y te diré de dónde eres

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El café ha evolucionado en el último lustro para convertirse en un producto gourmet, gracias en gran parte a la proliferación de las máquinas de cápsulas, pero las tendencias de la demanda mundial siguen invariables desde que los tiempos coloniales impusieron en las metrópolis la introducción en las costumbres alimentarias de las clases acomodadas de la ingesta de estimulantes.
Desde entonces, la demanda de los diferentes tipos y calidades de café ha permanecido invariable en función de las diferentes tradiciones culturales. Así, Francia prefiere los cafés robusta, Alemania se inclina por los cafés suaves, igual que Suiza, y en el caso de España, Reino Unido y Japón se prefieren los cafés más fuertes, de forma que en las importaciones ganan en peso los robustas y arábica no lavados. Por contra, en EE UU y Canadá tienen preferencia por los cafés suaves, aunque predominan las mezclas de distintas calidades.
Los tres principales países compradores son EE UU, Alemania y Francia, que de forma tradicional han representado un poco más de la mitad del consumo mundial. Las demandas han variado poco, pero a lo largo de las décadas se han producido anécdotas, como la paulatina sustitución por parte de los jóvenes británicos del té por el café, lo que ha hecho aumentar las importaciones, o la sustitución de proveedores en EE UU, que sin dejar de preferir el café suave, ha abandonado los cafés suaves de Colombia y Brasil y los ha sustituido por los de América Central y Sudeste de Asia.
Los veranos extremadamente calurosos en las últimas décadas en Europa, y el menor poder adquisitivo de los consumidores también ha hecho variar las cantidades en estos países, pero no así las preferencias.
Alemania es el consumidor más importante de la Unión Europea y el segundo mundial, con el 15% de las importaciones, sobre todo suaves colombianos y arábicas no lavados. Y Japón representa la mayor peculiaridad: Hace dos décadas la demanda de café era insignificante, pero a un ritmo de crecimiento del 5% anual ocupa hoy el quinto lugar de los países importadores, con una demanda centrada prácticamente en su totalidad en arábica no lavado y robusta.
Y una última anécdota: la escasa calidad del café en los países productores, justamente porque se destina al consumo interno las peores partidas no aptas para la exportación.

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